domingo, 27 de junio de 2010

LA RATONERA DE LOS LITERATOS

Título: La trampa de la muerte
Director: Sidney Lumet
Año: 1982
Actores: Michael Caine, Chistopher Reeves, Dyan Cannon

Sus padres fueron actores y él siguió los mismos pasos. Más tarde llegó su afición por dirigir. Pero antes de ser uno de los directores hollywoodienses más respetados de la segunda mitad del siglo XX, fue director de teatro. Quizá por eso se entienda el buen hacer que muestra en Deathrap (La trampa de la muerte), su vigésima novena película, adaptación de una obra de teatro de Ira Allen que ya triunfó en Broadway. Esta novelista fue adaptada anteriormente en dos grandes películas como La semilla del diablo de Roman Polanski o Los niños del Brasil de Franklin J. Schaffner. Se puede decir que Sidney Lumet apostó sobre seguro.

Sabiendo estos escasos datos y que su ópera prima, Doce hombres sin piedad, es uno de los clásicos del cine de todos los tiempos además de una adaptación de una obra de teatro, podemos atrevernos a desmenuzarla.

La trampa de la muerte nos cuenta la historia de Sidney Bruhl, un afamado escritor de novelas en decadencia, que pretende recuperar su éxito perdido matando a uno de sus alumnos de literatura y apoderándose de su primera novela.

Nada es lo que parece. Estamos en el circuito de Le Mans. Demasiados giros, sí, pero todos sorprendentes. Quizás en el último se encuentren algunos elementos que restan algo de efectismo al final. Cuando Helga, la vidente, descubre que Bruhl ha atacado a Clifford, se lo recrimina mientras le apunta con una pistola. Al acercarse al escritor, es cogida desde el suelo por Clifford y Helga acaba cayendo. No tiene mucha explicación, ya que después es el joven el que se encarga de matar a Bruhl de un hachazo. Solo podría entenderse que Clifford recupera la conciencia justo cuando hay un silencio entre vidente y escritor y lo primero que ve son unos pies. Demasiado aleatorio.

Hablando de aleatoriedad, es significativa la presencia de Helga, indispensable en la unión de las subtramas. Encarna un personaje difícil para otorgar verosimilitud al relato (una vidente) y aún así, consigue que todo encaje. Se cumple la predicción de Helga y el chico de las botas mata a Bruhl.

El final está dirigido con maestría, ya que con el hachazo se produce una transición hacia la obra de teatro. Nos encontramos ante el metateatro máximo, la adaptación de una obra de teatro para cine en la que unos escritores pugnan por conseguir el éxito escribiendo una obra de teatro donde la última escena es su representación en un teatro.

Por poner un pero al final, diremos que la alegría de Helga evidencia que la obra ha sido publicada por ella. Por eso, creemos que el último plano en el que se muestra un cartelón con el título y nombre de la autora sobran.

Por otro lado, el empleo de la música destaca porque no se hace en balde. Su uso corresponde casi exclusivamente a las escenas de máxima tensión, en la que se entremezclan los acordes agudos de un clavicordio y las afiladas notas de unos violines.
La iluminación y los efectos de luz de truenos y relámpagos contribuyen a la creación de una atmósfera claustrofóbica donde todo está revestido de un regusto clásico, percibido en la decoración de la casa y en que ésta, tenga la apariencia exterior de un molino.

Sorprende el buen hacer del tándem Caine - Reeves. La elección de Sidney Lumet no es casual, puesto que ambos iniciaron sus carreras en el teatro.
Recuerda, salvando las distancias, a su primera y sensacional obra Doce hombres sin piedad. Diálogos sin descanso y un solo emplazamiento donde se concentran las acciones de los personajes.

Otra película que comparte ciertas características con La trampa de la muerte es Misery, de Rob Reiner. Obviando a la obsesionada admiradora, comparten la profesión del protagonista, la claustrofobia del desarrollo de acciones en el mismo lugar y el tratamiento de la violencia.

En definitiva, nos encontramos con una buena película. Una obra de teatro bien filmada y atractiva hasta el final.

PARA UNOS RARO, PARA OTROS LOCO

Título: C. R. A. Z. Y.
Director: Jean-Marc Vallée
Año: 2005
Actores: Michel Côté, Danielle Proulx, Marc-André Grondin, Émile Vallée

Personaje y película. Dos en uno. Cuando se mezclan los convencionalismos y las extravagancias no puede salir otra cosa. Rareza o locura. Jean-Marc Vallée se pone detrás de la barra, mezcla esto con lo otro, aquello con lo de allí, remueve un poco y nos ofrece un cocktail refrescante, pero que no logra quitar la sed completamente.

C.R.A.Z.Y. gira en torno a la infancia y adolescencia de Zac, un chico “diferente”, y la curiosa relación que mantiene con su padre. Fragmentada en tres épocas diferentes , la película se contextualiza en Cánada, que van desde principios de los años 60 a principios de los 80.

Nos encontramos ante una película fuertemente estereotipada en cuanto a la organización de sus personajes. La familia Beaulieu se compone de una pareja católica y conservadora, , Gervais y Laurianne, que transmiten estos mismos valores a sus cinco hijos: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Yvan. Por orden encontramos al macarra violento, al listillo/pardillo, al deportista rudo, al raro e introvertido y al travieso. Topicazos a la vista.

Siendo una película de relaciones personales, el enfoque se centra principalmente en la relación de Zac con su padre, y en un término menor, en la relación con Christian, el hermano mayor. Ambas son relaciones tirantes, fruto de la frustración del protagonista a mostrarse tal como es ante los demás. Pero volviendo a lo que avanzaba antes, nos quedamos con la sensación de introducirnos en la historia solamente con las relaciones padre e hijo. Con un reparto de personajes tan extenso se echa de menos alguna relación profunda, como la mostrada en la primera época de madre e hijo, mal retomada al final de la película y muy de pasada.

La película transcurre con varios saltos temporales, sin un nudo muy claro. Parece que todo se basa en la contemplación de los pequeños detalles de la cotidianeidad de la vida de Zac a lo largo de las tres épocas. Gracias al personaje del padre, muy bien perfilado (enormes los momentos de karaoke cantando por Charles Aznavour) y mejor interpretado por Michel Côté, se consigue ganar la atención del espectador, que espera siempre el siguiente momento cómico.

Resulta algo desconcertante los momentos en los que el protagonista piensa “si hago esto me pasará X”. Se nos muestra un recurso aparentemente imaginativo que verifica la “rareza” del personaje, pero no contribuye nada a otorgarle verosimilitud al relato.

Son numerosos las digresiones y sueños sin motivo aparente. Muchas de ellas rompen el ritmo del relato y expulsan al espectador de la película. El propósito del director, puede ser el de otorgarle cierta estética hiperrealista mediante aceleraciones y deceleraciones en los planos, colores saturados, los mencionados saltos temporales o momentos oníricos, pero todo esto queda en un plano superficial y no aporta gran significación a lo que vemos.

Un elemento fundamental en la película y que despierta gran interés es saber la sexualidad del joven. Se juega durante toda la película con la ambigüedad, buscada o no intencionadamente. Gay, heterosexual, bisexual, ambiguo, un poco de todo…realmente no se sabe, aunque todo apunte hacia la homosexualidad.

Por último, en el capítulo de aspectos negativos, podemos señalar el tramo final. El viaje a Jerusalén corresponde a un truco de magia del director, un chisterazo que no encaja, por mucho que se intente relacionar con la travesía por el desierto y el viaje como forma de encontrarse consigo mismo. La forma, más que la simbología, y la rapidez con la que está resuelto este tramo, simplemente rechinan.

También resulta muy fría la muerte del hermano mayor. Salvo la madre, ninguno de los hermanos ni el padre parece muy conmovido. El espectador lo ve aún, con más distancia.

Y por fin entramos en los aspectos positivos de la película, que no son pocos. Primero cabe decir que la parte social está reflejada con mucho tino. Tanto ambiente, como moral de la época, decoración, atrezzo, drogas, liberación sexual progresiva, etc. es un acierto. Y sin duda alguna, uno de los elementos más cohesionadores y que más se disfrutan de C.R.A.Z.Y es la elección musical. Pink Floyd, David Bowie, Rolling Stone, Patsy Cline, Jefferson Airplane, Elvis, etc. suponen un gran guiño hacia los grandes grupos musicales del momento y todo un deleite para el espectador. Se dice que la música hace hablar a las imágenes, aquí casi que las pone a bailar o mover el cuello.

Para finalizar con los aciertos, debemos decir que el acrónimo de la película y la relación con el nombre de los hijos es un recurso simple pero muy bien conseguido.


Nos encontramos con una película “diferente” y a veces tópica, dificil de comparar, que se sigue con interés de principio a fin salvo algunos tramos y que intercala aspectos bien tratados con momentos absurdos. En todo caso, se trata de una película recomendable por ser una propuesta novedosa y atípica.

YO Y MI PROPIA COMPAÑÍA

Título: Moon
Director: Duncan Joens
Año: 2009
Actores: Sam Rockwell, Kaya Scodelario, Kevin Spacey


Nació escuchando repetidas veces frases como “Ground control to major tom” o “Is there life on Mars?”. Se puede decir, pues, que estaba familiarizado desde pequeño con el mundo del espacio exterior, por eso no sorprende que su primer largometraje sea Moon. Buena parte de culpa tuvo su padre, David Bowie, cantante de rock de éxito internacional gracias a los archiconocidos “Space Oddity”, “Life on Mars” o “Changes”.

Con un presupuesto muy reducido, tan sólo de 5 millones de dólares (sobre todo si lo comparamos con los 500 millones de Avatar), Moon se convirtió en uno de los estrenos más sonados de 2009. Su director, Duncan Jones, nos ofrece un filme de ciencia ficción en el que un astronauta-minero (Sam Rockwell) es enviado a la Luna y poco antes de terminar su contrato de tres años comienza a tener visiones y experimentar extrañas sensaciones.

He de decir, antes de comenzar la crítica, que he visionado dos veces la película. La razón principal fue el olvido con el paso de los días de muchos detalles importantes de la trama. Otra razón, no menos importante, fue la poca claridad de mis conclusiones acerca de la misma.

El primer visionado deparó en mí un regusto agradable pero poco concreto. Acabó la película, y aunque muchos cabos quedaron sueltos, su desarrollo me gustó. Pero antes de ir con las conclusiones generales, quisiera hablar de los puntos que no entendí.

Comenzamos con las alucinaciones. ¿A qué se deben? Tras dos visionados y una revisión posterior adicional (mediante el acelerado y rebobinado de la película) resultó ser éste el mayor punto negro del filme. No existe, en principio, un motivo aparente para que una mujer aparezca cuando Sam se echa agua caliente en una taza. Al final, descubrí que posiblemente se tratase de su hija, que sale posteriormente en una videollamada. La cuestión es que el clon nº1, no tenía en sus recuerdos, provenientes del primer y verdadero Sam, un recuerdo de su hija ya mayor (imposible por cuestión de edad).

Vista la primera trampa, creí que las demás me sorprenderían a medida que avanzará el filme. Estaba equivocado. Quizás me desconcertó el diálogo de Gerty con sus jefes en el que estos dicen: “Te has cargado a un operario y una cosechadora en el mismo dia?” a lo que Gerty le contesta: “Circunstancias extraordinarias”. Al principio Gerty elude dar información a los clones y después los ayuda. Además no informó que el primer clon había fallecido cuando revivió al siguiente, ¿acaso Gerty participa en el plan de escapar?

Salvo esto, una a una, las trampas fueron encontrando lógica. Me culpé a mí mismo y a mi falta de atención, pero también a un guión sobrecargado de información y presto a posibles confusiones.

Después de esta aclaración, comenzaré con el análisis global de la película.

Moon es una película interesante, quizás algo reposada para su corto metraje (97 minutos), con una cadencia similar a 2001: Odisea en el espacio. La acción es mínima y el final se intuye desde la mitad de la película (escapada a la Tierra), pero no importa, porque ésta es una película de ambiente claustrofóbico, de atmósfera cerrada, psicológica, en definitiva.

La interpretación del protagonista (Sam Rockwell) para ambos clones está muy conseguida, ya que, conforme la película avanza se hacen cada vez más evidentes las diferencias físicas y mentales del clon que está a punto de morir y del clon que va a viajar definitivamente. Podríamos decir, que tuvo que prepararse dos papeles distintos, lo que requiere mayor esfuerzo.

No se debe pasar por alto, la interpretación de Kevin Spacey, dejando su voz para dar vida Gerty, el robot de la estación y único amigo de Sam.

La música sirve de perfecto acompañamiento en las escenas del exterior de la plataforma espacial y ejemplifica perfectamente la soledad del protagonista con el empleo de un piano, que suena varias veces a lo largo de la película sin el acompañamiento de ningún instrumento musical.

Si tuviera que compararla con alguna película escogería dos muy distintas entre sí. Hablo de District 9 y Los Cronocrímenes. La primera es una película del mismo año, de un director novel también (Neill Blomkamp) y sería comparable por el género. En la segunda, la relación aparente es nula, pero al ver Moon establecí una relación entre los clones y los diversos yos que coinciden en la trama de Nacho Vigalondo.

En conclusión, Moon confirma que una idea sencilla puede dar un gran resultado sin contar con un gran presupuesto ni ofrecer batallas de dimensiones épicas. Muy recomendable.

viernes, 21 de mayo de 2010

BATIBURRILLO SENSITIVO, FRACASO EMOCIONAL

Título: Lucía y el sexo
Director: Julio Médem
Año: 2001
Actores: Paz Vega, Tristán Ulloa, Najwa Nimri, Daniel Freire y Elena Anaya.


“No hay quinto malo”. Eso debió pensar muy seguro de sí mismo Julio Médem, autor de películas de cierto éxito y galardonadas con algún Goya como Los amantes del Círculo Polar o Vacas. Rodada en 2001 en las playas de Formentera, Lucía y el sexo cuenta la historia de Lucía, una joven camarera que después del accidente y teórica muerte de su novio, abandona Madrid para vivir un tiempo sola en la tranquilidad de una isla del mediterráneo.

Hasta hacer una sinopsis de la película se convierte en una empresa difícil. El director nos sorprende con una historia fragmentada espacio-temporalmente, salteada con constantes saltos de realidad a recuerdos, de recuerdos a un cuento erótico-dramático y de nuevo a la realidad, todo ello aderezado con saltos sobre agujeros que llegan al mar. Lo que algunos llaman originalidad, otros lo llaman desatino o desconcierto.

El arranque del filme te da una idea, algo equivocada de lo que va a transcurrir durante las dos próximas horas. Ante el aluvión de sexo del comienzo, que te hace pensar que te vas a encontrar con una película porno encubierta, el desarrollo transcurre entre los desnudos emocionales de los personajes (sin dejar los físicos de lado) y una mezcla de romanticismo colorista, intriga y toques de thriller.

Visto de esta manera tan simplificada, se podría decir que nos encontramos ante una película interesante. Y desde luego que lo es. Pero ese interés tiene más que ver con el desarrollo argumental que con la película en su conjunto. Me explico, Lucía y el sexo expulsa al espectador de su asiento desde la primera vez abre la boca Paz Vega. Uno de los lastres principales de la película son, sin duda alguna, sus interpretaciones nada convincentes, con silabeos y entonaciones asombrosas. Los demás actores tampoco están a la altura, sobre todo, motivados por los diálogos pretendidamente profundos y realmente absurdos (véanse los “sola, sola, quiero estar sola” de Lucía (Paz Vega) corriendo por la playa o el “sí, pero tú haces la comida” de Belén (Najwa Nimri) en un momento de gran tensión cuando persiguen a Carlos, supuesto asesino de Belén y su madre.

Una buena fotografía, conseguida gracias a grandes contrastes de iluminación (playa-habitación de Lorenzo) y una música acertada a cargo de Alberto Iglesias, ganador de un Goya en la categoría de mejor música original, ayudan a que el espectador no se desvincule totalmente de la trama.

Insisto en esto último, porque son numerosos los factores y elementos que rechinan. Por empezar de algún modo, encontramos una poesía de simbología facilona como son la referente a luna-mar-sol, digna de un letrista a sueldo de Operación Triunfo. La muerte de la niña por el ataque del perro es un recurso sacado del bolsillo mágico de Julio Médem, y el asesinato-suicidio de Belén y su madre tampoco quedan nada claros. Igual de inexplicable es la desaparición de Carlos en el agujero de las rocas o que Lucía colgase tan rápido cuando le llama la policía para anunciarle el accidente de Lorenzo.

Por otro lado, se muestran personajes y situaciones extremas continuamente (declaración de Lucía a Lorenzo en el bar), lo cual no ayuda al espectador a sentirse identificado con lo que ve.

La escena final en la casa de la playa es digna de mención especial. Se encuentran dos mujeres cruciales en la vida de Lorenzo oyendo los pasos de alguien en el piso superior. Suspense. Todo hace pensar que son los pasos de Lorenzo y tras mucha demora, aparece su representante. ¡Qué sorpresa! Se escuchan nuevamente pasos, y el espectador entiende que tras este jueguecito va a aparecer Lorenzo. Pasos. Tensa espera. Y se hace lo increíble. Entra en escena Lorenzo y Lucía exclama un “OHHHHH” tremendamente sorpresivo. El espectador entonces se pregunta: ¿Realmente no lo esperaba? No se entiende como un director puede acabar tan mal una de las escenas más importantes del filme.

Guarda un cierto parecido con la película francesa de Swimming Pool, de François Ozon, que, aunque algo espesa, tiene mejores diálogos e interpretaciones y posee una mayor profundidad en el tratamiento de la psicología de los personajes.

En definitiva, Lucía y el sexo es una historia interesante pero mal contada, revestida de un aura de transgresión y originalidad, que no va más allá del puro entretenimiento.

jueves, 6 de mayo de 2010

Your name is Justine

Título original: Masz na imie Justine
Director: Franco de Peña
Duración: 97 minutos
País: Luxemburgo, Polonia

Justine, escapada al infierno

Sucedió en Berlín. Podría haber pasado en Alicante, Niza, Praga, Sofía o en Utrecht. Lamentablemente, la historia protagonizada por la joven Mariola puede estar repitiéndose todos los días en cualquier ciudad del mundo. Las promesas de mejorar se convierten en la esclavitud más denigrante.

Your name is Justine, estrenada en 2005, es el segundo largometraje del director venezolano Franco de Peña. Se trata de una coproducción luxemburguesa-polaca, ya que De Peña emigró con 22 a Polonia para realizar allí sus estudios cinematográficos. Tierra Prometida de Amos Gitai, Trade, El precio de la inocencia de Marco Kreuzpaintner o Taken de Pierre Morel son otras películas recientes que tratan el mismo tema: la trata de blancas.

Llama la atención el comienzo de la película. En cinco minutos se introduce apresuradamente a la protagonista, Mariola, a su novio Artur y a las dos amigas de ésta. Las tres pasan de buscar trabajo como carniceras a estar borrachas en la cama. Artur, que aparece sorpresivamente en escena a través de una ventana, resulta ser el novio de Mariola. Solo conocemos que ambos planean viajar por Europa. No sé explica mucho más la relación que tienen los novios, con lo que cuesta empatizar con los personajes.

La tensión dramática irrumpe con fuerza en el momento que Mariola descubre que acaba de ser vendida a un proxeneta. La supuesta confianza ciega en su novio (no argumentada por el director en la historia) se desvanece al mismo tiempo que sus sueños de libertad. La escena es tan violenta (tanto física como psíquicamente) que, por el contrario a lo dicho anteriormente, la respiración se corta y sufrimos con lo que le está pasando a la chica. La iluminación de la casa es mínima, predominan los tonos apagados y grises, y la ambientación de una casa poco cuidada aumenta el realismo de la escena.

El paso de la liberación a la anulación total de Mariola es brutal y muy bien llevado a cabo por el director. Primero, las miradas hostiles de la mujer de la casa, después la venta, el despojarla de su identidad (cambiando su nombre por el de Justine), la violación, la paliza y la soledad del que se siente en una jaula. Se puede decir que ha tocado fondo en cuestión de horas, pero guarda las suficientes fuerzas como para no suicidarse.

Lástima que a partir de este gran momento el filme baje su intensidad. Hasta la escapada con Nico, la acción y diálogos son casi nulos. Por otro lado, contrasta la locura casi repentina y algo exagerada de Mariola (momento del balanceo sobre la cama cantando totalmente ida), con la cordura mostrada tanto para no suicidarse como para aceptar su condición de prostituta e intentar escapar en todo momento. También es destacable la relación ambigua mantenida con Nico, de protección/salvación y explotación, que sirve para descolocar y acrecentar la expectación del espectador por ver qué pasará en la próxima secuencia.

Comparando Your name is Justine con Taken, una película aparentemente que trata el mismo tema, descubrimos un tratamiento muy diferente. En la película francesa existe una figura salvadora, casi invencible, que resuelve todo a base de patadas y demás formas de violencia gratuita. En la película de Franco de Peña el tema está tratado con más sobriedad, más sensibilidad y, aún así, no está exenta de crudeza.

En resumen, se trata de un filme correcto, entretenido, con buenas interpretaciones tanto de Anna Ciesiak como de Arno Frisch (que ya actuara a las órdenes de Haneke), pero que ni destaca en lo fotográfico ni en lo musical, ni tampoco consigue sobrecoger al espectador salvo en las primeras escenas de violencia contra Mariola.

jueves, 18 de marzo de 2010

HIPÓTESIS DE UN CUADRO ROBADO (RAOUL RUIZ, 1979)

La naturaleza de un cuadro o una pintura no es la misma que la de una película. Los factores que la diferencian son claros: imagen en movimiento, sonidos, música, voz humana, montaje, etc.

En Hipótesis del cuadro robado el director, a mi parecer, trata de establecer una analogía entre la serie de cuadros y el cine. La intención se queda en eso, un mero intento, ya que no logra el resultado esperado. Al final resulta un “cuento” narrado apoyado en imágenes y no una historia que se desarrolla con ellas.

Baso mis palabras, en primer lugar, en un principio desconcertante y tedioso. Los quince minutos iniciales son de un ritmo lento, muy narrativo, que sumado al blanco y negro, transmiten una gran dosis de penumbra e inmovilidad. En segundo lugar, no se consigue saber muy bien de qué va la película, y consecuentemente, la atención del espectador decrece (en mi caso posiblemente motivado también por las condiciones de visionado).

Pasado ese tiempo, comienzan a vislumbrarse relaciones entre la narración anterior y los cuadros, motivando la reconexión entre espectador y película. Todo se produce de forma pausada, a través de “diálogos” entre el narrador protagonista y una voz en off. La representación física de los cuadros unida a la descripción del narrador hace que la historia se vaya intuyendo poco a poco. A pesar de la recuperación de interés, al finalizar el filme las relaciones de cada uno de los cuadros me resultaron confusas.

Otro aspecto a destacar es la relación entre el protagonista narrador y la voz en off. Me recordaba al mundo de los críticos: ambos daban su versión, como si de una verdad se tratase, de lo que se podía interpretar de los cuadros (sin saber realmente si esa era la intención del autor).

Cabe destacar la iluminación como pieza clave en el filme tanto estéticamente (véase la belleza de la niebla en los planos finales) como argumentalmente (luz que proviene de la ventana y que da pie a unir cuadros).

En definitiva, me ha resultado una película de contrastes, donde pesan más las sensaciones negativas que las positivas. Por un lado, despierta cierto interés y está bien hecha técnicamente, pero por otro lado, no termina de enganchar con el espectador y aburre en algunos momentos.

La canción de hoy me encanta. La elijo porque me parece que encaja con la oscuridad de esta película.

King Crimson – Epitaph

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Si tengo tiempo trataré de escribir algún relato corto para darle vidilla al blog. Saludos episcopales.

lunes, 8 de marzo de 2010

ANA Y LOS LOBOS (CARLOS SAURA, 1972)

Desde el primer plano, posterior a los créditos de inicio, la película nos envuelve en una nube de misterio motivada por la llegada a la casa de Ana a través de un campo donde no se diferencia camino alguno. Esta sensación se agudiza al observar la entrada a la casa, un terreno descuidado, repleto de hierbajos y maleza, que nos adelanta en cierta manera la situación de descontrol familiar.

En este filme de Saura podemos observar una estructura pentagonal donde el centro es la nueva niñera, Ana, y donde cada uno de los hermanos, la madre de éstos y las niñas en su conjunto conforman los cinco lados. El personaje de Ana posee matices muy peculiares que la definen como lo son su aspecto sensual, liberal, su acento extranjero y una gran seguridad en sí misma. Este último aspecto es muy significativo, ya que choca con la reacción de inquietud o pánico esperada, al entrar en lo que vulgarmente se podría denominar una “casa de locos”.

Podemos definir Ana y los lobos como un filme psicológico y simbólico. Psicológico, en la medida de que no hay grandes acciones en la película, más bien, se producen varios duelos dialécticos con la figura de Ana como protagonista. Y en cuanto a lo simbólico, vemos como los personajes asumen un rol muy marcado y característico relacionado con el contexto social y político nacional de la época. Cada uno de los hermanos se siente atraído por Ana en cuestión de algún rasgo diferente, bien en su afición militar, en su pelo o por cuestiones sexuales, correspondientemente.

A lo largo de la película se entrelazan momentos de tensión con momentos cómicos logrando un curioso contrapunto que no hace más que alimentar la situación de desconcierto en la que se encuentra el espectador, aumentando a su vez la curiosidad por ver el desarrollo y desenlace del mismo. Entre los momentos cómicos cabe destacar la actuación de Rafaela Aparicio (algo sobreactuada) como abuela, mezcla de humor absurdo y costumbrismo, también encontrado en las ilusiones de Fernando.

También contemplamos el desenmascaramiento de los personajes, que en un principio muestran una fachada que se desploma conforme avanza la historia. Los personajes principales evolucionan más bien poco salvo Ana, que al principio se defiende ante las impertinencias tanto de Juan como de José y finalmente acaba jugando con ellos.

Por último, es necesario destacar el final, inesperado en buena parte del filme, pero esperado según el transcurso de los últimos minutos. Se trata de un desenlace impropio de la época, bastante violento, pero que cohesiona las diversas subtramas del film y funciona a la perfección como broche final.

Intentaré subir tras cada crítica una canción que me represente. Quizá comparta gustos musicales con alguien de la clase y no lo sepa.

Procol Harum – Repent Walpurgis

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Devolvemos la conexión a estudios centrales.