domingo, 27 de junio de 2010

LA RATONERA DE LOS LITERATOS

Título: La trampa de la muerte
Director: Sidney Lumet
Año: 1982
Actores: Michael Caine, Chistopher Reeves, Dyan Cannon

Sus padres fueron actores y él siguió los mismos pasos. Más tarde llegó su afición por dirigir. Pero antes de ser uno de los directores hollywoodienses más respetados de la segunda mitad del siglo XX, fue director de teatro. Quizá por eso se entienda el buen hacer que muestra en Deathrap (La trampa de la muerte), su vigésima novena película, adaptación de una obra de teatro de Ira Allen que ya triunfó en Broadway. Esta novelista fue adaptada anteriormente en dos grandes películas como La semilla del diablo de Roman Polanski o Los niños del Brasil de Franklin J. Schaffner. Se puede decir que Sidney Lumet apostó sobre seguro.

Sabiendo estos escasos datos y que su ópera prima, Doce hombres sin piedad, es uno de los clásicos del cine de todos los tiempos además de una adaptación de una obra de teatro, podemos atrevernos a desmenuzarla.

La trampa de la muerte nos cuenta la historia de Sidney Bruhl, un afamado escritor de novelas en decadencia, que pretende recuperar su éxito perdido matando a uno de sus alumnos de literatura y apoderándose de su primera novela.

Nada es lo que parece. Estamos en el circuito de Le Mans. Demasiados giros, sí, pero todos sorprendentes. Quizás en el último se encuentren algunos elementos que restan algo de efectismo al final. Cuando Helga, la vidente, descubre que Bruhl ha atacado a Clifford, se lo recrimina mientras le apunta con una pistola. Al acercarse al escritor, es cogida desde el suelo por Clifford y Helga acaba cayendo. No tiene mucha explicación, ya que después es el joven el que se encarga de matar a Bruhl de un hachazo. Solo podría entenderse que Clifford recupera la conciencia justo cuando hay un silencio entre vidente y escritor y lo primero que ve son unos pies. Demasiado aleatorio.

Hablando de aleatoriedad, es significativa la presencia de Helga, indispensable en la unión de las subtramas. Encarna un personaje difícil para otorgar verosimilitud al relato (una vidente) y aún así, consigue que todo encaje. Se cumple la predicción de Helga y el chico de las botas mata a Bruhl.

El final está dirigido con maestría, ya que con el hachazo se produce una transición hacia la obra de teatro. Nos encontramos ante el metateatro máximo, la adaptación de una obra de teatro para cine en la que unos escritores pugnan por conseguir el éxito escribiendo una obra de teatro donde la última escena es su representación en un teatro.

Por poner un pero al final, diremos que la alegría de Helga evidencia que la obra ha sido publicada por ella. Por eso, creemos que el último plano en el que se muestra un cartelón con el título y nombre de la autora sobran.

Por otro lado, el empleo de la música destaca porque no se hace en balde. Su uso corresponde casi exclusivamente a las escenas de máxima tensión, en la que se entremezclan los acordes agudos de un clavicordio y las afiladas notas de unos violines.
La iluminación y los efectos de luz de truenos y relámpagos contribuyen a la creación de una atmósfera claustrofóbica donde todo está revestido de un regusto clásico, percibido en la decoración de la casa y en que ésta, tenga la apariencia exterior de un molino.

Sorprende el buen hacer del tándem Caine - Reeves. La elección de Sidney Lumet no es casual, puesto que ambos iniciaron sus carreras en el teatro.
Recuerda, salvando las distancias, a su primera y sensacional obra Doce hombres sin piedad. Diálogos sin descanso y un solo emplazamiento donde se concentran las acciones de los personajes.

Otra película que comparte ciertas características con La trampa de la muerte es Misery, de Rob Reiner. Obviando a la obsesionada admiradora, comparten la profesión del protagonista, la claustrofobia del desarrollo de acciones en el mismo lugar y el tratamiento de la violencia.

En definitiva, nos encontramos con una buena película. Una obra de teatro bien filmada y atractiva hasta el final.

PARA UNOS RARO, PARA OTROS LOCO

Título: C. R. A. Z. Y.
Director: Jean-Marc Vallée
Año: 2005
Actores: Michel Côté, Danielle Proulx, Marc-André Grondin, Émile Vallée

Personaje y película. Dos en uno. Cuando se mezclan los convencionalismos y las extravagancias no puede salir otra cosa. Rareza o locura. Jean-Marc Vallée se pone detrás de la barra, mezcla esto con lo otro, aquello con lo de allí, remueve un poco y nos ofrece un cocktail refrescante, pero que no logra quitar la sed completamente.

C.R.A.Z.Y. gira en torno a la infancia y adolescencia de Zac, un chico “diferente”, y la curiosa relación que mantiene con su padre. Fragmentada en tres épocas diferentes , la película se contextualiza en Cánada, que van desde principios de los años 60 a principios de los 80.

Nos encontramos ante una película fuertemente estereotipada en cuanto a la organización de sus personajes. La familia Beaulieu se compone de una pareja católica y conservadora, , Gervais y Laurianne, que transmiten estos mismos valores a sus cinco hijos: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Yvan. Por orden encontramos al macarra violento, al listillo/pardillo, al deportista rudo, al raro e introvertido y al travieso. Topicazos a la vista.

Siendo una película de relaciones personales, el enfoque se centra principalmente en la relación de Zac con su padre, y en un término menor, en la relación con Christian, el hermano mayor. Ambas son relaciones tirantes, fruto de la frustración del protagonista a mostrarse tal como es ante los demás. Pero volviendo a lo que avanzaba antes, nos quedamos con la sensación de introducirnos en la historia solamente con las relaciones padre e hijo. Con un reparto de personajes tan extenso se echa de menos alguna relación profunda, como la mostrada en la primera época de madre e hijo, mal retomada al final de la película y muy de pasada.

La película transcurre con varios saltos temporales, sin un nudo muy claro. Parece que todo se basa en la contemplación de los pequeños detalles de la cotidianeidad de la vida de Zac a lo largo de las tres épocas. Gracias al personaje del padre, muy bien perfilado (enormes los momentos de karaoke cantando por Charles Aznavour) y mejor interpretado por Michel Côté, se consigue ganar la atención del espectador, que espera siempre el siguiente momento cómico.

Resulta algo desconcertante los momentos en los que el protagonista piensa “si hago esto me pasará X”. Se nos muestra un recurso aparentemente imaginativo que verifica la “rareza” del personaje, pero no contribuye nada a otorgarle verosimilitud al relato.

Son numerosos las digresiones y sueños sin motivo aparente. Muchas de ellas rompen el ritmo del relato y expulsan al espectador de la película. El propósito del director, puede ser el de otorgarle cierta estética hiperrealista mediante aceleraciones y deceleraciones en los planos, colores saturados, los mencionados saltos temporales o momentos oníricos, pero todo esto queda en un plano superficial y no aporta gran significación a lo que vemos.

Un elemento fundamental en la película y que despierta gran interés es saber la sexualidad del joven. Se juega durante toda la película con la ambigüedad, buscada o no intencionadamente. Gay, heterosexual, bisexual, ambiguo, un poco de todo…realmente no se sabe, aunque todo apunte hacia la homosexualidad.

Por último, en el capítulo de aspectos negativos, podemos señalar el tramo final. El viaje a Jerusalén corresponde a un truco de magia del director, un chisterazo que no encaja, por mucho que se intente relacionar con la travesía por el desierto y el viaje como forma de encontrarse consigo mismo. La forma, más que la simbología, y la rapidez con la que está resuelto este tramo, simplemente rechinan.

También resulta muy fría la muerte del hermano mayor. Salvo la madre, ninguno de los hermanos ni el padre parece muy conmovido. El espectador lo ve aún, con más distancia.

Y por fin entramos en los aspectos positivos de la película, que no son pocos. Primero cabe decir que la parte social está reflejada con mucho tino. Tanto ambiente, como moral de la época, decoración, atrezzo, drogas, liberación sexual progresiva, etc. es un acierto. Y sin duda alguna, uno de los elementos más cohesionadores y que más se disfrutan de C.R.A.Z.Y es la elección musical. Pink Floyd, David Bowie, Rolling Stone, Patsy Cline, Jefferson Airplane, Elvis, etc. suponen un gran guiño hacia los grandes grupos musicales del momento y todo un deleite para el espectador. Se dice que la música hace hablar a las imágenes, aquí casi que las pone a bailar o mover el cuello.

Para finalizar con los aciertos, debemos decir que el acrónimo de la película y la relación con el nombre de los hijos es un recurso simple pero muy bien conseguido.


Nos encontramos con una película “diferente” y a veces tópica, dificil de comparar, que se sigue con interés de principio a fin salvo algunos tramos y que intercala aspectos bien tratados con momentos absurdos. En todo caso, se trata de una película recomendable por ser una propuesta novedosa y atípica.

YO Y MI PROPIA COMPAÑÍA

Título: Moon
Director: Duncan Joens
Año: 2009
Actores: Sam Rockwell, Kaya Scodelario, Kevin Spacey


Nació escuchando repetidas veces frases como “Ground control to major tom” o “Is there life on Mars?”. Se puede decir, pues, que estaba familiarizado desde pequeño con el mundo del espacio exterior, por eso no sorprende que su primer largometraje sea Moon. Buena parte de culpa tuvo su padre, David Bowie, cantante de rock de éxito internacional gracias a los archiconocidos “Space Oddity”, “Life on Mars” o “Changes”.

Con un presupuesto muy reducido, tan sólo de 5 millones de dólares (sobre todo si lo comparamos con los 500 millones de Avatar), Moon se convirtió en uno de los estrenos más sonados de 2009. Su director, Duncan Jones, nos ofrece un filme de ciencia ficción en el que un astronauta-minero (Sam Rockwell) es enviado a la Luna y poco antes de terminar su contrato de tres años comienza a tener visiones y experimentar extrañas sensaciones.

He de decir, antes de comenzar la crítica, que he visionado dos veces la película. La razón principal fue el olvido con el paso de los días de muchos detalles importantes de la trama. Otra razón, no menos importante, fue la poca claridad de mis conclusiones acerca de la misma.

El primer visionado deparó en mí un regusto agradable pero poco concreto. Acabó la película, y aunque muchos cabos quedaron sueltos, su desarrollo me gustó. Pero antes de ir con las conclusiones generales, quisiera hablar de los puntos que no entendí.

Comenzamos con las alucinaciones. ¿A qué se deben? Tras dos visionados y una revisión posterior adicional (mediante el acelerado y rebobinado de la película) resultó ser éste el mayor punto negro del filme. No existe, en principio, un motivo aparente para que una mujer aparezca cuando Sam se echa agua caliente en una taza. Al final, descubrí que posiblemente se tratase de su hija, que sale posteriormente en una videollamada. La cuestión es que el clon nº1, no tenía en sus recuerdos, provenientes del primer y verdadero Sam, un recuerdo de su hija ya mayor (imposible por cuestión de edad).

Vista la primera trampa, creí que las demás me sorprenderían a medida que avanzará el filme. Estaba equivocado. Quizás me desconcertó el diálogo de Gerty con sus jefes en el que estos dicen: “Te has cargado a un operario y una cosechadora en el mismo dia?” a lo que Gerty le contesta: “Circunstancias extraordinarias”. Al principio Gerty elude dar información a los clones y después los ayuda. Además no informó que el primer clon había fallecido cuando revivió al siguiente, ¿acaso Gerty participa en el plan de escapar?

Salvo esto, una a una, las trampas fueron encontrando lógica. Me culpé a mí mismo y a mi falta de atención, pero también a un guión sobrecargado de información y presto a posibles confusiones.

Después de esta aclaración, comenzaré con el análisis global de la película.

Moon es una película interesante, quizás algo reposada para su corto metraje (97 minutos), con una cadencia similar a 2001: Odisea en el espacio. La acción es mínima y el final se intuye desde la mitad de la película (escapada a la Tierra), pero no importa, porque ésta es una película de ambiente claustrofóbico, de atmósfera cerrada, psicológica, en definitiva.

La interpretación del protagonista (Sam Rockwell) para ambos clones está muy conseguida, ya que, conforme la película avanza se hacen cada vez más evidentes las diferencias físicas y mentales del clon que está a punto de morir y del clon que va a viajar definitivamente. Podríamos decir, que tuvo que prepararse dos papeles distintos, lo que requiere mayor esfuerzo.

No se debe pasar por alto, la interpretación de Kevin Spacey, dejando su voz para dar vida Gerty, el robot de la estación y único amigo de Sam.

La música sirve de perfecto acompañamiento en las escenas del exterior de la plataforma espacial y ejemplifica perfectamente la soledad del protagonista con el empleo de un piano, que suena varias veces a lo largo de la película sin el acompañamiento de ningún instrumento musical.

Si tuviera que compararla con alguna película escogería dos muy distintas entre sí. Hablo de District 9 y Los Cronocrímenes. La primera es una película del mismo año, de un director novel también (Neill Blomkamp) y sería comparable por el género. En la segunda, la relación aparente es nula, pero al ver Moon establecí una relación entre los clones y los diversos yos que coinciden en la trama de Nacho Vigalondo.

En conclusión, Moon confirma que una idea sencilla puede dar un gran resultado sin contar con un gran presupuesto ni ofrecer batallas de dimensiones épicas. Muy recomendable.