domingo, 27 de junio de 2010

PARA UNOS RARO, PARA OTROS LOCO

Título: C. R. A. Z. Y.
Director: Jean-Marc Vallée
Año: 2005
Actores: Michel Côté, Danielle Proulx, Marc-André Grondin, Émile Vallée

Personaje y película. Dos en uno. Cuando se mezclan los convencionalismos y las extravagancias no puede salir otra cosa. Rareza o locura. Jean-Marc Vallée se pone detrás de la barra, mezcla esto con lo otro, aquello con lo de allí, remueve un poco y nos ofrece un cocktail refrescante, pero que no logra quitar la sed completamente.

C.R.A.Z.Y. gira en torno a la infancia y adolescencia de Zac, un chico “diferente”, y la curiosa relación que mantiene con su padre. Fragmentada en tres épocas diferentes , la película se contextualiza en Cánada, que van desde principios de los años 60 a principios de los 80.

Nos encontramos ante una película fuertemente estereotipada en cuanto a la organización de sus personajes. La familia Beaulieu se compone de una pareja católica y conservadora, , Gervais y Laurianne, que transmiten estos mismos valores a sus cinco hijos: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Yvan. Por orden encontramos al macarra violento, al listillo/pardillo, al deportista rudo, al raro e introvertido y al travieso. Topicazos a la vista.

Siendo una película de relaciones personales, el enfoque se centra principalmente en la relación de Zac con su padre, y en un término menor, en la relación con Christian, el hermano mayor. Ambas son relaciones tirantes, fruto de la frustración del protagonista a mostrarse tal como es ante los demás. Pero volviendo a lo que avanzaba antes, nos quedamos con la sensación de introducirnos en la historia solamente con las relaciones padre e hijo. Con un reparto de personajes tan extenso se echa de menos alguna relación profunda, como la mostrada en la primera época de madre e hijo, mal retomada al final de la película y muy de pasada.

La película transcurre con varios saltos temporales, sin un nudo muy claro. Parece que todo se basa en la contemplación de los pequeños detalles de la cotidianeidad de la vida de Zac a lo largo de las tres épocas. Gracias al personaje del padre, muy bien perfilado (enormes los momentos de karaoke cantando por Charles Aznavour) y mejor interpretado por Michel Côté, se consigue ganar la atención del espectador, que espera siempre el siguiente momento cómico.

Resulta algo desconcertante los momentos en los que el protagonista piensa “si hago esto me pasará X”. Se nos muestra un recurso aparentemente imaginativo que verifica la “rareza” del personaje, pero no contribuye nada a otorgarle verosimilitud al relato.

Son numerosos las digresiones y sueños sin motivo aparente. Muchas de ellas rompen el ritmo del relato y expulsan al espectador de la película. El propósito del director, puede ser el de otorgarle cierta estética hiperrealista mediante aceleraciones y deceleraciones en los planos, colores saturados, los mencionados saltos temporales o momentos oníricos, pero todo esto queda en un plano superficial y no aporta gran significación a lo que vemos.

Un elemento fundamental en la película y que despierta gran interés es saber la sexualidad del joven. Se juega durante toda la película con la ambigüedad, buscada o no intencionadamente. Gay, heterosexual, bisexual, ambiguo, un poco de todo…realmente no se sabe, aunque todo apunte hacia la homosexualidad.

Por último, en el capítulo de aspectos negativos, podemos señalar el tramo final. El viaje a Jerusalén corresponde a un truco de magia del director, un chisterazo que no encaja, por mucho que se intente relacionar con la travesía por el desierto y el viaje como forma de encontrarse consigo mismo. La forma, más que la simbología, y la rapidez con la que está resuelto este tramo, simplemente rechinan.

También resulta muy fría la muerte del hermano mayor. Salvo la madre, ninguno de los hermanos ni el padre parece muy conmovido. El espectador lo ve aún, con más distancia.

Y por fin entramos en los aspectos positivos de la película, que no son pocos. Primero cabe decir que la parte social está reflejada con mucho tino. Tanto ambiente, como moral de la época, decoración, atrezzo, drogas, liberación sexual progresiva, etc. es un acierto. Y sin duda alguna, uno de los elementos más cohesionadores y que más se disfrutan de C.R.A.Z.Y es la elección musical. Pink Floyd, David Bowie, Rolling Stone, Patsy Cline, Jefferson Airplane, Elvis, etc. suponen un gran guiño hacia los grandes grupos musicales del momento y todo un deleite para el espectador. Se dice que la música hace hablar a las imágenes, aquí casi que las pone a bailar o mover el cuello.

Para finalizar con los aciertos, debemos decir que el acrónimo de la película y la relación con el nombre de los hijos es un recurso simple pero muy bien conseguido.


Nos encontramos con una película “diferente” y a veces tópica, dificil de comparar, que se sigue con interés de principio a fin salvo algunos tramos y que intercala aspectos bien tratados con momentos absurdos. En todo caso, se trata de una película recomendable por ser una propuesta novedosa y atípica.

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