lunes, 8 de marzo de 2010

ANA Y LOS LOBOS (CARLOS SAURA, 1972)

Desde el primer plano, posterior a los créditos de inicio, la película nos envuelve en una nube de misterio motivada por la llegada a la casa de Ana a través de un campo donde no se diferencia camino alguno. Esta sensación se agudiza al observar la entrada a la casa, un terreno descuidado, repleto de hierbajos y maleza, que nos adelanta en cierta manera la situación de descontrol familiar.

En este filme de Saura podemos observar una estructura pentagonal donde el centro es la nueva niñera, Ana, y donde cada uno de los hermanos, la madre de éstos y las niñas en su conjunto conforman los cinco lados. El personaje de Ana posee matices muy peculiares que la definen como lo son su aspecto sensual, liberal, su acento extranjero y una gran seguridad en sí misma. Este último aspecto es muy significativo, ya que choca con la reacción de inquietud o pánico esperada, al entrar en lo que vulgarmente se podría denominar una “casa de locos”.

Podemos definir Ana y los lobos como un filme psicológico y simbólico. Psicológico, en la medida de que no hay grandes acciones en la película, más bien, se producen varios duelos dialécticos con la figura de Ana como protagonista. Y en cuanto a lo simbólico, vemos como los personajes asumen un rol muy marcado y característico relacionado con el contexto social y político nacional de la época. Cada uno de los hermanos se siente atraído por Ana en cuestión de algún rasgo diferente, bien en su afición militar, en su pelo o por cuestiones sexuales, correspondientemente.

A lo largo de la película se entrelazan momentos de tensión con momentos cómicos logrando un curioso contrapunto que no hace más que alimentar la situación de desconcierto en la que se encuentra el espectador, aumentando a su vez la curiosidad por ver el desarrollo y desenlace del mismo. Entre los momentos cómicos cabe destacar la actuación de Rafaela Aparicio (algo sobreactuada) como abuela, mezcla de humor absurdo y costumbrismo, también encontrado en las ilusiones de Fernando.

También contemplamos el desenmascaramiento de los personajes, que en un principio muestran una fachada que se desploma conforme avanza la historia. Los personajes principales evolucionan más bien poco salvo Ana, que al principio se defiende ante las impertinencias tanto de Juan como de José y finalmente acaba jugando con ellos.

Por último, es necesario destacar el final, inesperado en buena parte del filme, pero esperado según el transcurso de los últimos minutos. Se trata de un desenlace impropio de la época, bastante violento, pero que cohesiona las diversas subtramas del film y funciona a la perfección como broche final.

Intentaré subir tras cada crítica una canción que me represente. Quizá comparta gustos musicales con alguien de la clase y no lo sepa.

Procol Harum – Repent Walpurgis

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Devolvemos la conexión a estudios centrales.

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